martes, 8 de noviembre de 2011

Un genio incomprendido

Distraida se sienta a su lado, sin premeditarlo, instintivamente. Lo que cabe pensar, lo que entra dentro de lo evidente, es que aquel es el sitio libre más cercano y esto es lo que le lleva a ocupar ese lugar. Pero, ella sabe que no,y por mucho que intente autoengañarse, no podrá cambiar lo indiscutible. Quizás es su subconsciente, que se la ha vuelto a jugar, aprovechando un momento de descuido, para sentarle junto a él. Porque, sí, aunque quisiera, no va a negarlo. Pero ese hombrecillo apuesto de aire misterioso, que a su lado se encuentra, le intriga. No es atracción, ningún tipo sentimiento, ni mucho menos enamoramiento, ese tipo de cosas no son para ella. Simplemente le intriga. Le intriga saber que hay detrás de esa mirada siempre ausente, de la manera de contestar distraidamente cuando alguien trata de sacarle unas palabras, cómo si la conversación fuera el paréntesis de un sueño maravilloso al que anhela regresar. La forma en que camina, dando la sensación de que el más mínimo soplo de viento le hará venirse abajo. Esa gran virtud que posee de ser capaz de escuchar el silencio y su gran valor, al no temerle a la soledad. Pero, ante todo, esos maravillosos poemas que pudo entrever  entre sus descuidados apuntes de literatura. Aquellos que corroboraban que ella estaba en lo cierto, él era un artista, un poeta más con un talento fuera de lo normal, pero irreconocido por su sociedad, he aquí otro de los muchos fallos de esta.

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