domingo, 27 de noviembre de 2011

Las excepciones confirman la regla.

Un instante efímero e insignificante, pero que jamás podrá ser retomado o eliminado. ¡Quién tuviera esta capacidad! ¿Cómo es posible que un segundo inestimable en el curso del tiempo, pueda causar un cambio perdurable de tales dimensiones?
Sí, todos cometemos errores, unos más que otros, pero nadie se libra. Por lo tanto, ¿no sería lo justo gozar siempre de una segunda oportunidad? Sin embargo, si hay una cosa que la vida me a enseñado, es que en la mayoría de ocasiones no es todo lo justa que se nos encapricharía. Y nunca nos permitirá volver atrás. A veces, simplemente, porque nos lo merecemos, lo hemos hecho mal y debemos asumir las consecuencias, y limitarnos a aprender de nuestros errores. Otras, para que sepamos darle un giro a la situación y dejarla cómo debería. Y, la gran mayoría, al menos en mi circunstancia, para aprender a sacarle el lado bueno a los desastres, sólo que a veces actuamos cómo excepción a la norma, pero, cómo bien dijo alguien, las excepciones confirman la regla.

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